La primera vez que me encontré con Chase Parker, no di exactamente lo que se dice buena impresión.
Estaba escondida en el pasillo del baño de un restaurante dejándole un mensaje a mi mejor amiga para que me salvara de mi horrible cita. Me oyó, me dijo que era una perra y luego procedió a ofrecerme consejos sobre citas. Así que le dije que se ocupara de sus malditos asuntos, sus grandes, hermosos y ególatras malditos asuntos, y volví a mi miserable cita.
Cuando pasó por mi mesa, sonrió de lado y observé su arrogante y sexy trasero regresar con su cita. No pude evitar mirar de reojo al idiota condescendiente del otro lado de la habitación. Por su puesto, me pilló en más de una ocasión y me guiñaba el ojo.
Cuando el hermoso desconocido y su igualmente caliente cita de repente aparecieron en nuestra mesa, pensaba que me iba a delatar.
En cambio, fingió conocerme y se nos unió a la mesa contando historias elaboradas y vergonzosas sobre nuestra falsa infancia. Mi cita de repente pasó de aburrida a extrañamente emocionante, y cuando la noche se acabó y nos separamos, pensé en él más de lo que alguna vez admitiría, a pesar de saber que nunca lo volvería a ver.
Quiero decir, ¿cuáles son las probabilidades de que me lo volviera a encontrar en una ciudad con ocho millones de personas? Pero entonces... ¿Cuáles eran las posibilidades de que un mes más tarde terminara siendo mi nuevo y sexy jefe?
Gracias a "Midnight Dreams & Book Diaries"
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